Fumata blanca

Ayer por fin eligieron nuevo Papa, yo no soy religiosa, pero sé que es algo importante, igual que lo son los rituales, que tanto promueven en el Cristianismo y yo diría que en las casi 500 religiones que existen en el mundo.

Yo quiero proponerte hoy que hagas tu propio ritual, tu propia fumata blanca y salgas al mundo, renacido/a, como la Iglesia Católica cada vez que gritan al mundo: Habemus Papa!

¿Alguna vez has sentido que tu mente entra en bucle con los mismos pensamientos dolorosos una y otra vez? A todos nos pasa. Por eso quiero compartirte una práctica que te ayudará a romper ese ciclo y a liberar, de forma consciente y amorosa, toda esa energía que se está acumulando dentro de ti.

Este ejercicio te ayudará a desahogar el dolor, pero no de cualquier manera: lo harás desde la presencia, desde el deseo genuino de transformar y sanar.

Paso 1: Saca a la luz lo que duele

Busca un momento tranquilo y toma papel y boli. Escríbelo todo: los pensamientos que se repiten, las emociones que te duelen, las quejas internas, los miedos que no has dicho en voz alta, la tristeza que te pesa, el enojo que no has podido expresar. No lo filtres. Permítete soltar sin juzgar.

Recuerda: esos pensamientos que repites a diario son, en el fondo, afirmaciones negativas que tu mente está instalando como verdades. Por eso es tan importante sacarlos a la luz.

Paso 2: Transmuta

Cuando hayas terminado, toma otra hoja y escribe lo contrario de cada uno de esos pensamientos. Convierte el miedo en confianza, la tristeza en aceptación, la culpa en compasión. Escríbelos con intención, como si estuvieras sembrando semillas nuevas en tu mente.

Luego, y esto es clave: quema la hoja con los pensamientos negativos. Hazlo con cuidado y de forma segura, pero hazlo como un acto simbólico de liberación. Visualiza cómo esa energía se disuelve en el fuego. Permítete sentir el cierre.

Paso 3: Instala lo nuevo

Con la hoja de afirmaciones positivas, puedes hacer algo muy especial: graba tu voz leyéndolas, y escúchalas cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir. Esto va a ayudarte a reprogramar tu subconsciente con mensajes que te fortalecen y te abren al cambio que deseas crear.

Este ejercicio no es solo una herramienta para liberar el dolor, es también una forma de reconectar contigo, de recordarte que tienes el poder de elegir en qué enfocas tu energía.

Hazlo con amor. Hazlo con intención. Tu mente, tu cuerpo y tu alma lo van a agradecer.

¿Te animas a probarlo este fin de semana?

Un besico Carmen