Hoy quiero hablarte de algo que todos tenemos, pero casi nadie conoce: el nervio vago.
Sí, has leído bien: vago.
Y aunque suene a que está todo el día tumbado sin hacer nada, en realidad este nervio trabaja muchísimo por nuestro bienestar.
Cuando lo activamos, el cuerpo entra automáticamente en modo “me relajo, estoy a salvo”.
Es como apretar un botón interno que le dice al sistema nervioso: “ya pasó el peligro, puedes respirar con calma”.
Y lo mejor de todo: se puede estimular fácilmente, en casa, en cualquier momento. Sin medicinas, sin esfuerzo y en solo unos minutos.
¿Qué es el nervio vago?
Es el nervio más largo del cuerpo y conecta el cerebro con casi todos los órganos.
Tiene mucho que ver con cómo nos sentimos: si está activo, sentimos paz. Si no lo está, sentimos tensión, ansiedad o ese nudo en el estómago que a veces aparece sin motivo claro.
Por eso, activar el nervio vago es una forma rápida y natural de calmar la ansiedad, los pensamientos repetitivos o incluso ese bajón que llega de golpe sin saber por qué.
¿Y cómo se activa?
Aquí van cinco formas sencillas y efectivas para hacerlo:
- Respirar profundo (pero con truco):
Inhalar en 4 segundos y exhalar en 8.
Alargar la exhalación es lo que activa el nervio vago. - Hacer gárgaras o tararear:
Sí, así de simple. El nervio vago pasa por la garganta, y hacer vibrar esa zona lo estimula.
Tararear una canción favorita puede cambiar el estado interno en segundos. - Agua fría en la cara:
Salpicar el rostro con agua fría o aplicar una toallita fría activa el nervio vago.
Ideal para cuando hay estrés o nerviosismo y se necesita un “reset” rápido. - Masajear suavemente el cuello o la zona detrás de las orejas:
Con los dedos o con un rodillo facial. Relaja y calma de inmediato. - Respirar con conciencia desde el abdomen (no desde el pecho):
Colocar una mano en el vientre y asegurarse de que se infla al inspirar.
Esa respiración diafragmática es otra vía directa para activar el nervio vago.
Mi recomendación:
Elegir uno de estos ejercicios y probarlo ahora mismo. Sin pensarlo mucho. Solo hacerlo y observar cómo cambia la energía.
A veces no hace falta entenderlo todo. Solo hace falta practicar algo que nos devuelva al presente, al cuerpo, al momento.
Y este nervio, aunque se llame vago, puede convertirse en uno de nuestros mejores aliados para volver a la calma.
Un besico,
Carmen