Hoy me he llevado uno de esos que no puedes disfrazar, ni justificar demasiado.
He subido a la báscula y he visto que he engordado casi 11 kilos en lo que va de año.
¿Y sabes qué? Me ha dolido. Porque lo vi venir. Porque lo permití. Porque lo fabriqué yo misma, día a día, elección tras elección.
He dejado de entrenar.
He comido a prisa, mal, cualquier cosa.
Muchos días, bocadillos de atún a toda leche entre una cosa y otra.
Y sí, probablemente también me estoy enfrentando a un cambio hormonal, pero no me voy a esconder detrás de eso. No del todo.
Porque si soy honesta, yo he sido parte activa de este desastre.
No he sabido priorizarme.
No he sabido sostenerme cuando más me necesitaba.
Y lo jodido es que lo sabía. No es ignorancia. Es inconsciencia elegida.
No se trata solo del cuerpo. Se trata de lo que simboliza.
Cuando te abandonas, el cuerpo lo grita.
Y cuando te paras y lo ves, ya no puedes hacer como si nada.
No puedes seguir mintiéndote.
Esto no es un post de autocompasión ni de “acepta tu cuerpo”. Esto es un recordatorio de que, cuando no haces las cosas bien, la vida te pasa la factura. Y esa factura a veces viene en forma de kilos, de ansiedad, de apatía, de vacío.
Hoy me toca mirarlo de frente. Sin excusas. Sin dramas.
Y decidir: ¿qué voy a hacer con esto?
Porque si hay algo que sé hacer es levantarme.
Pero no a lo loco. No desde la exigencia.
Desde la responsabilidad.
Desde el amor real. No el que dice “ya me aceptaré así”, sino el que dice “voy a volver a cuidarme como merezco”.
Este ha sido mi golpe de realidad.
Duro, sí. Pero necesario.
Si tú también te estás llevando uno… bienvenida al club.
Que duela, pero que despierte.
Y si sientes que no puedes sola, que necesitas estructura, claridad o alguien que te recuerde quién eres cuando se te olvida… estoy aquí.
Acompaño procesos de cambio desde lo profundo, sin exigencia vacía, sin promesas mágicas.
Solo con verdad, herramientas y compromiso real.
Si quieres que te acompañe en tu proceso, responde a este email y vemos cómo te puedo ayudar
Y lo caminamos juntos.
Un besico,
Carmen